Era un día caluroso, y la misionera Katie Moore tenía un propósito para después de lo que ella llama “una sesión sudorosa de idioma” en la casa de Andrea, quien la está ayudando a aprender el idioma nahuatl.
Katie le preguntó a la hija de Andrea, Natalie, si le gustaría acompañarla a un arroyo cercano. Andrea sorprendió a Katie al decirle que ella y sus hijos irían también, añadiendo: “Quiero ver cómo nada la gente de tu tierra”.
Katie creció cerca de un río inmenso. Ella dice que el arroyo tiene un sitio donde es un poco más hondo que su estatura, así que le parece como un “charco grande de fango”. Pero los niños nahuatls dicen que son “aguas profundas” y temen arriesgarse a ir allí.
Katie no pudo evitar la tentación de hacer un poco de show. “Me paré sobre mis manos, hice piruetas bajo el agua, contuve el aliento por un buen rato y floté sobre mi espalda”, informa Katie; estos juegos, dice ella, llamaron mucho su atención.
“Kochih pin ati”, dijo uno de los hijos de Andrea, lo cual significa: “Está durmiendo sobre el agua”.
“Ven”, le dijo Katie a Natalie, “te voy a enseñar”. En medio de risitas y gritos, Katie comenzó en forma vacilante a dar cuidadosas instrucciones en nahuatl. Y lentamente, Natalie se relajó y empezó a flotar.
Katie dice que un momento como éste no podría haber sucedido unos meses atrás. “Estoy segura de que hay chicos en todo el mundo que están aprendiendo a nadar todos los días, pero Dios animó verdaderamente mi corazón en esto”, dice Katie.
En ese momento, ella se dio cuenta de que Natalie y su madre, Andrea, confiaban verdaderamente en ella, y que su presencia en la aldea y sus esfuerzos por aprender el idioma estaban dando resultados.
“La gente no ha vuelto a preguntarnos cuándo vamos a regresar a nuestra tierra; ahora nosotros vivimos aquí. A ellos ya no les sorprende que queramos aprender su lengua; pacientemente nos ayudan. Ellos comparten historias y puntos de vista personales acerca de su cultura y nos preguntan por los nuestros”.
Katie ve que Dios ha creado en su corazón un amor por la gente nahuatl, y también ha desarrollado en los corazones de ellos una confianza que es la respuesta a ese amor.
“Sabemos que Dios está haciendo esto”, comenta ella. “No es común ni normal —la mayoría de los grupos étnicos de México sospechan y desconfían de los forasteros; nosotros sabemos que el Espíritu Santo está obrando”.
Esta cuidadosa inversión de amor y tiempo para fomentar amistades está dirigida hacia aquel día en que Katie y sus coobreros puedan finalmente decirle a la gente náhuatl: “Nosotros los apreciamos mucho a ustedes y por eso tenemos algo muy importante para decirles”.
Aun las lecciones de natación son una parte de la preparación cuidadosa para la presentación clara del Evangelio en el idioma nahuatl. Oren para que Dios use este tiempo de aprendizaje de la cultura y el idioma para Su gloria. Oren para que Él prepare los corazones y haga que estén listos para oír y creer Su Palabra.