El aterrizaje del primer avión Kodiak de NTM en la región Asia-Pacífico el domingo, produjo un sentimiento intenso de gratitud al Señor, y un caudal de memorias.
Yo llegué aquí a servir como piloto misionero en 2005. Pero antes de eso, ya había escuchado de la tremenda necesidad de un avión para que supliera las necesidades de la parte central del país. Allí las islas son montañosas y están separadas por inmensos tramos de océano cuyas olas crecen durante varios meses cada año, impidiendo una navegación segura a las diferentes islas.
Los misioneros aquí habían estado orando al Señor para que proveyera un avión que supliera la necesidad de un transporte aéreo seguro, confiable y eficiente en esta región. Y por esa razón, cuando el Kodiak aterrizó aquí el domingo, hubo un regocijo y un sentimiento intenso de gratitud al Señor por Su provisión.
Con frecuencia he pensado en cómo el Señor usó a los “Chicos del Kodiak”, un grupo de niños de una escuela de Indiana, para recaudar la cuota inicial de este avión. Hoy hicimos una breve pausa para reunirnos y alabar al Señor por usar a los Chicos del Kodiak y a muchos otros para proveer esta herramienta que expandirá el alcance del Evangelio. Tuvimos un momento muy emotivo cuando reflexionamos en que este avión es la respuesta a años de oración.
Ahora, después de obtener el registro local, vamos a empezar a usar el avión para apoyar el ministerio de NTM en aquellas regiones de difícil acceso donde viven pequeños grupos de personas aislados que, durante siglos, vivieron sin esperanza, pero que ahora están oyendo del amor del Salvador por ellos.
Gracias a ustedes que han dado generosamente para habilitar el servicio de vuelos con este Kodiak.