El misionero Dan Burke y su amigo, Rosauro, quedaron varados inesperadamente. Pero al mirar atrás todo, Dan y su esposa, Judy, sienten una confianza total de que cada detalle de la historia fue parte del tiempo y el plan perfectos de Dios.
Dan había salido en un viaje ministerial en avión con una carga de libros para la gente chimane. En la primera escala del avión, los líderes de la iglesia chimane Adrián, Rosauro y Sandalio, se unieron a él y al piloto misionero de NTM Aviation, Dwight Brown.
La primera parte del viaje transcurrió tal como estaba programada. Ellos se detuvieron en una aldea en la mañana del lunes para visitar a los creyentes y para llevar a cabo una reunión de la comunidad esa noche. (Dan dice que a él le sirvieron un pedazo grande de pescado muy bueno para la cena. Como estaba oscuro, no se dio cuenta hasta más tarde que era la cabeza del pescado).
Cuando llegó el momento de partir a la mañana siguiente, Dwight, el piloto misionero, inspeccionó cuidadosamente la corta pista de aterrizaje y determinó que no era suficientemente larga para despegar sin riesgo con todos los cuatro pasajeros.
Así que se adoptó un plan alternativo. Dwight despegaría con dos pasajeros y aterrizaría en una aldea cercana que tiene una pista más extensa. Luego regresaría por los otros dos pasajeros. Con la pista más larga de la otra aldea, todos podrían despegar con seguridad y dirigirse a su proyecto de trabajo en la traducción de la Biblia.
De modo que Adrián y Sandalio fueron los pasajeros del primer vuelo, y Dan y Rosauro esperaron a que el avión regresara por ellos.
En ese primer vuelo de ocho minutos, sin embargo, Dwight notó una aparente falla en la presión del aceite. Aunque él pudo aterrizar el avión intacto en la aldea vecina, definitivamente no era seguro volar más sin hacer las reparaciones necesarias.
Se puso en marcha otro plan. Un mecánico volaría a la aldea con partes y herramientas para reparar el avión.
Sólo había un problema con esa idea: el clima. Repentinamente el cielo se había nublado a tal punto que no podían ingresar vuelos; otro retraso.
Mientras tanto, allí en la primera aldea, Dan y Rosauro se preparaban para pasar otra noche —una noche más larga de lo que esperaban. Pero ni un minuto más larga de lo que Dios tenía planeado.
Dan y Judy Burke informan: “Sin duda alguna podemos ver la mano de Dios en el tiempo…. Dentro de todas las posibilidades, era el mejor escenario; mucho mejor que si hubiera sucedido cuando ellos estaban en la cima de los Andes, o en una selva donde no hay pistas de aterrizaje”.
Y Judy agrega: “Dan estaba bien preparado. Cuando él estaba empacando, yo le hice muchas objeciones acerca de las cosas que quería llevar. Yo pensaba que era innecesario que él llevara mantequilla de maní, café instantáneo y queso. Después de todo, él sólo iba a estar fuera una sola noche y la gente lo alimentaría. Pero él dijo: ‘Uno nunca sabe. Es mejor estar preparado’”.
Dan tenía razón. “Normalmente la tiene”, admite Judy.
Pero ella también ve una verdad mayor acerca de planes. Judy se siente agradecida al reconocer que, a diferencia de los seres humanos, Dios siempre está completamente preparado. Y que Su tiempo y Sus planes, aunque frecuentemente difieren de los nuestros, siempre son perfectos.