Gustavo, un creyente guanano, continúa confiando en Dios en medio de tiempos difíciles.
Gustavo y su compañero creyente, Jhoni, trabajan cada mañana con el misionero Darío Drake en la preparación de lecciones del libro de Romanos para enseñarlas a la iglesia.
Ellos estaban trabajando en los versículos que hablan acerca de las cosas difíciles que Dios permite en nuestra vida para producir paciencia y aguante. Justo cuando estaban discutiendo estos versículos, algunos hijos de Gustavo entraron corriendo a decirle que lo necesitaban en casa. Su hija acababa de dar a luz un niño muerto. Además de su pérdida, la mujer tenía malaria y estaba gravemente enferma. Cuando la ambulancia pasó veloz por el patio trasero de la casa de Darío, él decidió suspender la preparación de lecciones.
Unas horas más tarde de ese mismo día, Gustavo estaba cerrando el pequeño café que él administra en el pueblo y puso en una mesa una bolsa que contenía las ganancias de dos meses –aproximadamente $1000 dólares–, luego aseguró la puerta de metal. Cuando se dio vuelta para tomar la bolsa, ya no estaba.
“Dos grandes golpes en la familia de Gustavo en el mismo día; ahora Dios ya tenía toda su atención”, comentó Darío. “Como hemos estado hablando de estas cosas y de cómo Dios usa los tiempos difíciles para hacer que crezcamos, Gustavo estaba buscando activamente la presencia de Dios en medio de todo el caos”.
Dios escuchó la súplica de Gustavo. Cuando un primo empezó a acusarlo de causar la muerte de su nieto, inicialmente se enojó pero un fuerte impulso le dijo que se mordiera los labios y orara para que su primo viera a Dios en su calmada reacción.
La pérdida del dinero también significó un duro golpe. Él tuvo que decirle al dueño del inmueble, otro creyente, que no tenía el dinero de la renta del negocio. El propietario observó los videos de seguridad que tenían y vio tres culpables; los jóvenes fueron filmados tomando la bolsa y corriendo.
Odilom, el dueño del inmueble, lo ayudó a buscar a los delincuentes, y cuando los confrontó, admitieron que habían tomado el dinero. Odilom quería enterar ala policía pero Gustavo lo animó a confiar en el Señor para resolver el problema. Finalmente, una parte del dinero fue devuelta.
“La fe de Gustavo indudablemente ha sido ensanchada y fortalecida a través de estas cosas difíciles, como Dios ha prometido. Por favor, oren para que el Señor continúe enseñando a Su pueblo guanano a confiar en Él en los tiempos buenos y en los malos”, pidió Darío.