“Salgan de la selva y coman con nosotros”, el creyente dao Metokui gritó hacia la línea de árboles, poniendo sus manos alrededor de su boca a manera de bocina. “Nosotros les prepararemos una buena comida. Beban con nosotros; ¡les daremos buena agua!”.
“Sí, vengan, siéntense y hablen con nosotros”, gritó el misionero Scott Phillips, “porque ¡tenemos buenas palabras que queremos decirles! Dejemos atrás el espíritu de ira y sentémonos y comamos y hablemos juntos. Ustedes deben estar cansados y con hambre, ¿verdad?”.
Ésta ha sido la tercera vez que Scott y los cristianos de la aldea han divisado las huellas de los miembros del clan hostil buscando provocar a los creyentes a que peleen con ellos. Ellos vieron movimiento en los arbustos y sabían que estaban cerca, esperando poder disparar sus flechas con precisión. Una mañana, durante la clase bíblica diaria de las mañanas, los miembros de la tribu hostil se acercaron sigilosamente a sólo unos metros de las personas que se hallaban reunidas en la escuela y burlonamente golpearon sus manos contra sus arcos y flechas, luego salieron disparados hacia la selva. El estruendo asustó a los que estaban reunidos para estudiar la Palabra de Dios, haciendo que corrieran hacia las esquinas de la edificación, lejos de las ventanas.
Nadie parecía saber qué hacer. Scott caminó al costado de la edificación y llamó a los antagonistas y les habló a favor de sus estudiantes y compañeros creyentes: “¡Estamos reunidos para escuchar del Libro del Creador, no para pelear! Ustedes también deberían dejar de pelear y unirse a nosotros para escuchar del Libro de Dios. Éste nos dice que no nos hagamos daño unos a otros sino más bien que nos amemos. Dejen de guerrear y únanse a nosotros, o ¡váyanse! Porque ¡nosotros no vamos a actuar en contra de las palabras del Creador guerreando con ustedes!”.
Scott regresó al aula, y después de unos momentos de silencio para ver si había alguna reacción de aquellos que estaban fuera, tranquilamente terminó la lección del día sobre Romanos, la cual incluía las palabras: Porque “cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” (Romanos 13:8-10).
Ese día, los clanes hostiles estaban más interesados en hacerles saber que habían salido victoriosos en una aldea apartada del valle. Pero cuando llegaron las noticias de que habían muerto tres en esa batalla, los creyentes daos lamentaron la muerte de esas personas que no habían tenido la oportunidad de escuchar el mensaje de Dios de amor y redención.
“Hasta el momento, no ha habido ataques en ninguna de las aldeas de creyentes”. Scott agregó: “Las palabras del Libro del Creador, y específicamente las palabras escritas por Pablo en Romanos están siendo usadas por Dios no solamente para la preservación de las almas de los daos sino también para la preservación de sus cuerpos contra los ataques físicos de los clanes hostiles. Parece que hasta el momento el odio ha sido ha sido aplacado por el amor”.