Cuando Mary Rose murió, la aldea se vio envuelta en el chisme.
Cada persona tenía su propia idea de por qué había muerto. Algunos dijeron que su esposo la había matado, mientras otros afirmaban que otra aldea le había hecho magia negra, y aun otros estaban seguros de que el espíritu de un antepasado la había matado.
Uno de los hombres yembiyembis que no ha confiado en Cristo dijo: “Yo la vi flotando en el camino. Ella estaba tendida con otros dos antepasados muertos. Ella me habló y me dijo: ‘Ayúdeme, estoy sintiendo el fuego del dolor. Rece para que yo pueda abandonar este lugar’”.
Pero los creyentes yembiyembis permanecieron firmes como grupo, buscando en la Palabra de Dios maneras para refutar las ideas descabelladas que estaban circulando.
“¿Es cierto eso?” dijo un creyente que se está capacitando para enseñar la Palabra de Dios. “¿Qué nos dice la Palabra de Dios? Hay dos lugares a los que podemos ir cuando muramos, el cielo o el infierno. Nuestros espíritus no flotan sobre la tierra, pidiendo a otros que nos ayuden a ir al cielo. ¡No! El tiempo para creer en Jesús es cuando estamos vivos, y ella creyó”.
Los líderes de la iglesia organizaron el servicio para Mary Rose. Se acordó que nueve hombres iban a orar y predicar, y cada uno tenía su propio versículo o tema para compartir. El Evangelio fue presentado siete veces, a pesar de las amenazas de muerte.
“Este funeral no es por Mary Rose”, dijo un maestro bíblico aprendiz. “No estamos aquí para pedirle a Dios que la acepte en el cielo. Ella ya había ordenado ese camino cuando estaba viva. Ella ya nos abandonó y ahora está en el cielo, libre de todo sufrimiento. Pedirle a Dios que la acepte en el cielo sería una simple insensatez porque ya no hay nada más que podamos hacer para ayudarla”.
Aunque la muerte de Mary Rose es triste, los creyentes decidieron aprovechar al máximo la oportunidad para declarar que ella está en el cielo y para hacer saber a todos cómo ir a donde está ella.