El domingo, llegaron los últimos paquetes de ayuda humanitaria a dos aldeas de la etnia mamusi que están sufriendo los efectos del crudo invierno que provocó deslizamientos de tierra.
Durante los dos meses pasados, los mamusis han vivido en condiciones precarias debido a lluvias torrenciales y deslizamientos de tierra que causaron estragos en sus casas y destruyeron en gran parte sus huertos y la casa de reuniones de ambas aldeas.
Pero no pasó mucho tiempo sin que otros acudieran en su ayuda.
Las noticias del desastre llegaron donde los misioneros Jan y Annette Wols. Y muchos fueron movidos a la acción.
“Creyentes de cinco grupos étnicos diferentes, los misioneros de la región y algunas personas de otras partes del mundo han respondido con donaciones y ayuda”, informó Jan.
Los Wols compraron carpas y víveres para los mamusis y discutieron la situación con los líderes de la iglesia de la vecina etnia ata. Los alimentos, 63 paquetes que juntos sobrepasaban la tonelada, tuvieron que ser llevados a pie a través de las escarpadas y fangosas montañas de Nueva Bretaña Oriental.
“La respuesta de la iglesia ata fue ejemplar”, inform Jan, “pues estaban dispuestos a asumir un proyecto de esta magnitud”.
Los creyentes atas de diferentes iglesias se ofrecieron a llevar los víveres a las aldeas mamusis.
Los paquetes, los cuales incluían cartas de ánimo de Jan y de un líder de la tribu maleu, fueron transportados en camión hasta donde la carretera terminaba. Allí, los misioneros Randy Wise, Aaron Weatherl y su hijo Micah Weatherl se unieron a Jan y a los creyentes atas, y juntos emprendieron el viaje.
Juntos cargaron la tonelada de víveres durante nueve horas a través de terrenos escarpados y fangosos hasta que llegaron a una aldea ata, allí el camino se divide, llevando hasta las dos aldeas más afectadas por el invierno.
Dos maestros bíblicos mamusis y 19 personas más, fueron enviados desde las aldeas afectadas para encontrarse con el grupo. Y las iglesias de la vecina etnia ata suplieron otros 35 hombres para que ayudaran a llevar la carga.
Teniendo por delante otro día completo de camino, el grupo pasó la noche en la aldea ata. “Los líderes nos pidieron que nos quedáramos un día más”, comentó Jan; “todos usamos ese día para descansar”.
Ellos también le pidieron a Jan que compartiera la Palabra de Dios.
Los creyentes de la aldea y todos los cargadores de las diferentes aldeas se reunieron, y Jan habló sobre el deseo de Dios de que todos los creyentes funcionen juntos como un cuerpo, mostrando el amor de Cristo a otros.
“Hablamos sobre hacer esto con cualquier cosa que el Señor nos encomiende, no solo con grandes proyectos como este, sino también a nivel local, con nuestras familias y en nuestra iglesia local”.
En la noche, los misioneros se reunieron con los líderes y los maestros bíblicos para considerar cómo se puede ayudar a la gente que ha sufrido situaciones traumáticas y la manera de discernir las etapas de choque, dolor, negación y el rechazo de Dios, antes de que puedan experimentar la aceptación y el descanso.
“Los líderes expresaron que ellos reconocían algunos de estos síntomas y hablaron unos con otros al respecto hasta la medianoche”, informó Jan.
En la mañana, los dos grupos de cargadores salieron a llevar la ofrenda de amor a la afectada gente mamusi.
Nueve paquetes quedaron atrás, y fueron entregados el domingo por cargadores de otras dos iglesias atas.
Cuando le preguntaron a Jan que cuál había sido la reacción ante la entrega de la ayuda humanitaria, él informó que muchos mamusis aún están tan afectados que no son muy expresivos.
Sin embargo, algunos mostraron su agradecimiento con palabras como: “Alabamos al Señor por ustedes. Nosotros vemos que somos uno en Cristo; es Dios quien nos está ayudando a ver lo que significa estar unidos en un cuerpo, el Cuerpo de Cristo”.