22 de junio, 2016
Judah había estado esperando ansiosamente a que pronunciaran su nombre en el último día de la escuela bíblica vacacional. Que le llamaran significaba que era su turno para levantarse, pasar al frente del salón y tomar un regalo de la mesa que se había dispuesto. Y no se trataba de cualquier presente, por supuesto que no. Todos estaban en consonancia con el tema de la escuela bíblica vacacional de este año: Superhéroes. La cosa preferida de Judah en todo el mundo, después de comer postre y luchar con espada con Papá.
“¡Judah!”
Judah escuchó su nombre y avanzó tambaleándose, todavía vistiendo su traje completo de Spiderman con su máscara correspondiente y una capa hechiza. Y luego se paró en frente de la mesa; y se quedó un poco más. Y un poco más mientras otros niños venían detrás de él y tomaban regalos a la derecha y la izquierda. Después de varios intentos para escoger un presente, vino corriendo a mí, con lágrimas en su rostro. “No sé qué escoger”, gimió en mi oído, realmente triste por el hecho de que no podía decidir.
Lo alcé, lo llevé hasta la mesa y escogí algo que sabía a ciencia cierta que llenaría su pequeño corazón de superhéroe: tatuajes de Avengers [película Los Vengadores]. “¡Sí!”, dijo su aliviada vocecita mientras agarraba los tatuajes y los sostenía firmemente; Mamá al rescate.
A veces pienso que sería bueno ser una niña otra vez, cuando tengo que afrontar una enorme montaña de decisiones. Me gustaría simplemente empezar a llorar, recurrir a alguien mayor y más sabio, y hacer que tome la decisión por mí. Alguien que me ame y, por lo tanto, solamente escoja la mejor opción. ¡Ya está! Así de fácil. Ahora ve y pega los quince tatuajes en tu brazo.
Los últimos días han sido un torbellino tomando decisiones con respecto a nuestra salida hacia África. Más bien debería decir que hemos estado tomando las últimas decisiones temporales, las cuales cambian después, de acuerdo con nueva información, y se convierten en nuevas decisiones temporales y finales. Y ¿sabes qué? Ha sido muy confortante tener a alguien a quien pueda recurrir cuando siento ganas de llorar frente a todas las opciones que tenemos delante de nosotros. Tengo a alguien mucho mayor y mucho más sabio, alguien que me ama infinitamente más de lo que jamás podría amar a mi hijo y que sabe exactamente qué es lo mejor para nosotros.
Tenemos un buen, buen Padre que quiere alzarnos y tomar la decisión por nosotros. Solo tenemos que dejarlo. ¿Y el resultado? Un don que sobrepasa lo que pudiéramos haber escogido por nosotros mismos. Sí, aun mejor que 50 tatuajes de los Superhéroes.
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