28 de septiembre
Para mí era la primera vez que estaba en una aldea de Papúa Nueva Guinea a más de 2.100 m de altura. A las 5:30 de la mañana, cuando la oscuridad comenzaba lentamente a dar paso a otro día, me alejé de la ardiente estufa de leña de la casa del misionero y salí al aire frío. Podía ver mi aliento entre tanto que subía el sendero que asciende la montaña, mientras mis pulmones sentían el esfuerzo de tener menos oxígeno disponible. Finalmente llegué a un punto donde saqué las manos de mis bolsillos el tiempo suficiente para tomar una foto de la aldea de Wantakia, abajo, donde estaban las casas de los misioneros.
Unas décadas antes, otro misionero había tomado una foto desde el mismo sitio a la misma aldea, cuando otros misioneros vivían allí. Por diversas razones esos misioneros tuvieron que abandonar el país antes de terminar de aprender el difícil idioma tribal que se habla allí y nunca pudieron presentar el Evangelio ni ver una iglesia plantada. Ahora, unos años después, tres nuevas familias han sido asignadas allí. Mi meta (y la de otro consultor, David Ogg) era ayudarles mientras aprenden esa lengua y esa cultura para que se pueda terminar la obra que se inició hace tanto tiempo. (Lee más en https://espanol.ntm.org/noticias-de-la-mision/81951/gran-fiesta-de-bienvenida)
Unas semanas después, acompañaba a unos misioneros bajo un sol abrasador a lo largo de un sendero que conduce a una aldea que está ubicada a solo unos metros sobre el nivel del mar y en una minúscula península en las afueras de un pueblo de Papúa Nueva Guinea. Nunca había estado en un lugar tan seco en esta parte del mundo llamada “selva tropical”. La falta de lluvia, los incendios forestales y el sol implacable contribuían a que mis pies se pusieran más oscuros con cada paso que daba, pues las capas de polvo lentamente se convertían en lodo por el sudor que descendía; me detuve el tiempo suficiente para tomar una foto.
Esta era la primera evaluación de idioma de esta familia sobre su capacidad en la lengua franca de PNG. Ellos, junto con otros nueve misioneros del curso de orientación, habían estado menos de dos meses en el país, todavía estaban adaptándose a la vida en el extranjero, y aún no habían escogido con qué grupo étnico iban a trabajar. Mi meta era alentarlos y guiarlos mientras siguen aprendiendo la lengua franca y la cultura nacional, y para que sigan la guía del Señor mientras tratan de decidir a dónde irán entre los muchos grupos étnicos que están necesitando misioneros.
Mi familia y yo nos hemos ampliado en los últimos meses pues nuestro ministerio de “misiones tribales” se ha expandido aún más allá de las fronteras de la etnia patpatar y ha sido bueno, pero esperamos en esta semana regresar a nuestra casa en la aldea que llamamos ‘hogar’. Durante nuestro tiempo fuera de Patpatar nuestra perspectiva ha sido ampliada una vez más en cuanto a la importancia de tantos papeles diferentes que se requieren para que el equipo de “misiones tribales” funcione. Están los pilotos del helicóptero y los aviones que transportan gente a y desde sitios de difícil acceso; están los maestros de secundaria, donde Avalon ha comenzado sus estudios de preparatoria, y están los padres sustitutos de dormitorio que proveen un hogar para ella durante cada periodo de estudios. Están los administradores del centro misionero y las personas de mantenimiento que cuidan la propiedad, las casas y las instalaciones. Hay médicos, enfermeras, al igual que personas que vienen a ayudar con problemas informáticos. Están aquellos que ayudan a manejar nuestras cuentas y se ocupan de todo lo que se necesita para mantenerse al día con los requisitos gubernamentales. Están los directores, y están los consultores que supervisan la alfabetización, la traducción, la plantación de iglesias y el aprendizaje de idiomas. Ya sea que se trate de terminar una obra o de empezar una nueva, ¡se necesita de un equipo!
Ora con nosotros pues muchos de esos roles en el equipo tienen escasez de personal y hay muchos grupos étnicos que necesitan misioneros. Gracias por tu participación en las misiones mundiales al orar, animar y también al dar.
Aaron