8 de julio
Aquí está Usam (en amarillo) con su esposo y cinco hijos pequeños
Hace un año y medio, John Michael caminó en la montaña hasta una aldea vecina y escuchó a una mujer desesperada pidiendo ser evacuada, le dijo que no quería ser asesinada. Sus palabras exactas fueron: “No quiero ser picada con hachas y machetes”. Su nombre era Usam; ella estaba siendo amenazada y nosotros empezamos a elaborar un plan para sacarlos. Las amenazas en cierto modo se apagaron, por lo que la familia dejó de intentar su salida.
Luego Mifila fue asesinada y llegaron corriendo, diciéndonos que ahora estaban listos pasa salir. Nos sentimos aliviados, sabiendo que Usam finalmente podría dejar de vivir en temor, hasta que otros miembros de la familia salieron de la selva exigiendo que se quedara.
Fue una situación muy riesgosa, tan peligrosa que no cedieron hasta que el avión estaba a punto de despegar, pero todos lograron salir durante las evacuaciones de los últimos dos días, excepto los hijos de Mifila. Estamos tristes por esos niños, pero muy animados porque se le permitió salir a Usam y su familia (incluida la hija adolescente mencionada en la última publicación).
Tuvimos que adoptar un estilo hewa para lograr que se hiciera, pero los sacamos (oye, si no puedes vencerlos, únete a ellos, ¿verdad?). Hubo muchos gritos, y creo que en un momento incluso yo grité que iba a lanzar todas mis cosas por la ventana en la pista aérea y que ellos podían quedarse con todo, pero mi arrebato desesperado me ha producido un poco de amnesia durante los últimos dos días (probablemente es una buena cosa).
Mientras el avión era cargado con la otra familia que iba a salir, escuchamos toda clase de excusas en cuanto a por qué Usam y sus hijos no debían salir; todas eran muy distintas pero igualmente ridículas. Sabíamos que la verdadera razón era que su familia extendida iba a perderse de una gran cantidad de cerdos y dinero por los precios de novia que serían pagados por las hijas de ella. Su última excusa fue simplemente: no tenemos el dinero para pagar el vuelo, entonces mi compañero de equipo corrió a la casa de ella, tomó un fajo de billetes y empezó a agitarlo en el aire mientras decía: “Aquí está el dinero; ¿cuál es la excusa ahora?”.
Y funcionó.
En ese momento solamente quedaban dos sillas disponibles en el avión, entonces pusimos a las dos hijas adolescentes de Usam en ellas, para que nadie pudiera cambiar de opinión. Al día siguiente, ya con los dos precios de novia en la nueva aldea, ellos permitieron que Usam y todos sus hijos pequeños abordaran el avión y volaran hacia la seguridad.
Muchas gracias a todos por orar. No tengo palabras para expresar qué milagro y qué alivio fue verlos irse a todos. Pero, por favor, sigan orando por esta horrible práctica. Ya hemos evacuado a casi toda una aldea; Dios ha sido muy misericordioso al proporcionarnos un lugar para enviarlos, pero esto no puede continuar para siempre.
La aldea que los recibió tiene una carga por estas mujeres y siente que Dios realmente quiere que ellos ayuden. Por favor, oren por ellos también; se necesita de mucho trabajo y recursos para incluir estas familias, que no hablan el mismo idioma, no construyen casas de la misma manera, no nadan ni construyen canoas, no pueden pescar, y están experimentando un grave choque cultural.
No es una solución perfecta, pero es suficientemente buena para salvar vidas, por lo que todavía estamos haciéndolo. Mientras Dios permita, seguiremos evacuando estas mujeres y niños inocentes. Porque no podemos dejar de recordar a aquellos que están siendo maltratados, como si nosotros sintiéramos su dolor en nuestros propios cuerpos. (Hebreos 13:3).