Uno a uno están saliendo –de iglesias locales, de universidades cristianas e institutos bíblicos. Son parejas de esposos jóvenes, familias, hombres y mujeres solteros. Son cristianos consagrados de todos los ámbitos de la vida que salen en fe, obedeciendo el mandato de Cristo de ir a hacer discípulos entre las naciones.
Para nosotros ha sido fascinante ver el fruto de nuestras labores, después de pasar los últimos 15 años exhortando a los creyentes a que lleven la Palabra de Dios a los pueblos no alcanzados. …Pero no todo ha sido alentador. Nuestro trabajo ha sido a veces totalmente descorazonador, sobre todo cuando vemos personas respondiendo al llamado de Dios y después sus pasiones son sofocadas por creyentes bien intencionados que los desalientan de ir.
“Quédate aquí… invertiremos tiempo & enseñanza para asegurarnos de que realmente oigas el llamado de Dios”.
“Mira lo que perderás si te vas; quédate, hazte un nombre”.
“Tú tienes un buen trabajo. ¿Por qué no dejas que otros vayan y tú te quedas aquí y los apoyas?”.
Nuestra labor es bastante difícil; el enemigo de nuestras almas nos dice de manera convincente: ‘deja solos a los no alcanzados… ellos son felices como están’. ¿Es cierto eso? ¿Qué tal que nosotros estuviéramos viviendo en su condición de necesidad… ¿no querríamos que alguien nos llevara el Evangelio de Cristo?
Hemos derramado nuestras vidas predicando el amor de Cristo que nos constriñe y el ‘id’ del Evangelio que todavía motiva a los ‘llamados’ a convertirse en ‘enviados’. Me pregunto ¿cuánta gente no alcanzada permanecerá así como consecuencia de que alguien desaliente a otro para que no vaya?
Mientras inspeccionamos nuevas zonas donde nunca ha llegado el Evangelio, me pregunto: “¿Por qué nadie ha venido aquí?”. ¿Es realmente tan difícil alcanzar a estas personas? Seguro que se necesitan destrezas especiales y capacitación específica, pero nosotros y otros cristianos podemos proporcionar eso.
¿Podría ser que aquellos que se resisten más sean precisamente los que Dios está llamando a los campos de cosecha del mundo? Nos excusamos diciendo: “Oh, ¡yo no podría ir allí!” o “no tengo lo que se necesita”. –Como si Dios no fuera capaz de prepararnos para la obra que nos ha encomendado. Si Él pudo tomar a un grupo de toscos y curtidos pescadores y a un recaudador de impuestos pendenciero para trastornar al mundo entero en Su día, entonces nosotros debemos ponernos a disposición de Sus órdenes. …O ¿es que no queremos?
Mi propio ‘no quiero’ fue desafiado hace muchos años. Fue cuando estaba en el mundo rutinario, construyendo aparatos de aire acondicionado en el día, y en las noches evangelizando a la gente de mi comunidad. Eso era bueno, así pensaba, hasta que consideré qué bien le haría un aire acondicionado a alguien destinado al infierno. Además, me confronté con la pregunta: “Realmente estoy obedeciendo el mandato de hacer discípulos entre las naciones?”. Eso agitó mi pensamiento.
Entre más leía las Escrituras, más comprendía la inmensidad del trabajo. Había millones de personas que necesitaban oír de Jesús. Pero nosotros sólo éramos una pareja; ¿qué diferencia podríamos hacer? No teníamos mucho dinero para enviar a otros, pero hacíamos lo que podíamos… y ¡orábamos!
En medio de nuestras oraciones y servicio, sentimos la responsabilidad personal de ir. ¿Qué? ¿nosotros? ¿ir? ¿a dónde?
Ni siquiera pensamos en esas preguntas cuando nos dimos cuenta que la orden de hacer discípulos era para todos los creyentes. Claro, nosotros estábamos haciendo eso aquí, pero había muchas personas haciendo lo mismo ‘aquí’ y muy pocas yendo ‘allí’. Sabíamos que no podíamos quedarnos aquí; teníamos que ir allí… donde quiera que fuera ‘allí’. Creo que el apóstol Pablo nos dejó vislumbrar claramente el corazón de Dios al contar cómo se esforzaba por predicar el Evangelio en las regiones donde el mensaje nunca hubiera sido proclamado. Allí es donde nosotros queríamos ir… pero para ello se necesitaba una capacitación especializada.
Después de una extensa investigación, encontramos que NTM era uno de esos grupos que van a los pueblos no alcanzados. Luego nos enteramos de lo apartadas que estas gentes no alcanzadas estaban; fue impactante. Pero por impactante que fuera, sabíamos que necesitaban oír de Jesús. Nos sentíamos privilegiados de estar entre aquellos que les anunciarían el mensaje… pero necesitábamos capacitación.
NTM podía proporcionar las herramientas que necesitábamos para el trabajo misionero –un fundamento bíblico, principios neotestamentarios de plantación de iglesias, y un montón de ejercicios de adquisición de idioma & cultura y muchas ideas prácticas. Era intenso.
Fue durante los días de nuestra capacitación que me di cuenta que era una inversión de nuestras vidas, no por recibir alguna compensación, sino para llevar almas a los pies de Jesús. Leímos e investigamos mucho en cuanto zonas del mundo que estaban sin un testimonio del Evangelio. De algún modo el Señor urgió nuestros corazones con el país de Papúa Nueva Guinea. Con un tamaño del estado de California, PNG tiene más de 860 idiomas. En aquel tiempo, más de la mitad de ellos permanecía sin ser alcanzada con el Evangelio. …Así que allí es donde queríamos servir.
Hoy, muchos de aquellos grupos lingüísticos aún siguen sin ser alcanzados con el Evangelio, a pesar de que NTM ha convertido en su objetivo alcanzar a tantos como sea posible. Ese trabajo continúa hoy, allí y en otras regiones del mundo donde el Evangelio nunca ha sido proclamado. Asombra pensar que aún hay unos 6.000 grupos étnicos que nunca han oído el Evangelio, nunca han tenido una Biblia en sus manos, y lo que es más triste, que no conocen a Jesús.
Hemos estado en la obra durante mucho tiempo y nuestros corazones todavía se emocionan cuando nos enteramos que otra tribu ha pasado de las tinieblas a la luz maravillosa del Evangelio –de la muerte a la vida. Pero muchos más mueren mientras esperan oír. ¿Es su destino afrontar la eternidad sin esperanza y sin Cristo? …O ¿es mi falla para obedecer el mandato?
Nos ha sido encomendado un trabajo. Alguien tiene que hacerlo. ¿Quién será?
Este trabajo de llevar el Evangelio a gente que nunca ha oído de Jesús pesa en nuestros corazones. En la noche nos vamos a dormir en una cama cómoda con sábanas limpias y corazones puros, sabiendo muy bien, como creyentes en Cristo, que estar ausentes del cuerpo es estar presentes al Señor. Pero sabemos de incontables indígenas que cambiarían todas las sábanas limpias del mundo, si las tuvieran, por la seguridad de una eternidad con Jesús. Pero un corazón puro no se compra con sábanas limpias. Solamente el mensaje liberador del Evangelio puede cambiarlo. …Y ésa es una historia digna de ser repetida.
Gracias por escuchar mi corazón.
Dave Hilt, representante de NTM