El próximo mes de septiembre se cumplirán nueve años desde que llegamos a las Filipinas. El pasado mes de agosto marcó diecisiete años desde que asistimos al instituto bíblico. Y el pasado mes de julio se cumplieron veinte años desde que Chuck y yo empezamos a salir y nos comprometimos a ser misioneros.
El tiempo pasa volando. Hace veinte años nunca pensamos que estaríamos donde estamos ahora. En realidad no creíamos que seríamos plantadores de iglesias tribales, pero pensábamos que seríamos del personal de apoyo. Cuando el Señor nos guió a ser plantadores de iglesias, nunca pensamos que estaríamos en este punto de nuestro ministerio después de tanto tiempo. Estoy bastante segura que imaginábamos que estaríamos en la “etapa de salida” de la obra a estas alturas.
Pero aquí seguimos, todavía estudiando la lengua tribal y la cultura… preguntándonos cuándo llegaremos al punto en que podremos compartir el Evangelio con nuestros amigos, la gente ga’dang. Cuando vemos la montaña de trabajo que tenemos por delante en el aprendizaje de su lengua y su cultura, aun después de dos años de actividad en ello, y cinco años después de comenzar a construir las casas entre esta gente, nos sentimos perdidos y desalentados muchos días.
Muchas personas se preguntan por qué tarda tanto la obra. Y nos hacen este tipo de preguntas: ¿Por qué no les han enseñado la Biblia todavía? ¿Todavía están ustedes preparando lecciones? ¿Por qué no pueden ustedes simplemente enseñar en el idioma nacional en el cual invirtieron dos años de aprendizaje? ¿CUÁNDO van a comenzar a enseñar? ¿Cuántos creyentes hay?
Es difícil escuchar estas preguntas, y a veces es aún más difícil responderlas.
Cuando decidimos convertirnos en misioneros, decidimos que queríamos trabajar con New Tribes Mission. No porque ellos sean el mejor grupo misionero aquí. No porque sean perfectos y tengan un plan ganador en cuanto a cómo conseguir que la gente sea salva. Sino porque creíamos que ellos entendían el valor de que las personas oigan el Evangelio en su lengua nativa y porque querían ver que los creyentes profundicen progresivamente en su entendimiento de quién es Dios y cómo Él quiere que ellos vivan.
Estos valores hacen que sea difícil responder a algunas de esas preguntas. Enseñar a la gente quién es Dios y Su plan de salvación, no sucede de la noche a la mañana cuando tienes que aprender el idioma y la cultura de la gente a la que vas aenseñar. Los idiomas filipinos son difíciles de aprender. Y el ga’dang es uno de los más difíciles aquí.
Luego está la cultura. ¿Cómo piensa la gente? ¿En qué están pensando cuando hacen ciertas cosas? Filipinas ha tenido muchos grupos religiosos que llegan y enseñan muchas cosas a través de los años. Aun la gente ‘tribal’ sabe quién es Jesús. Pero luego ellos mezclan todo, junto con lo que ya creían acerca de Dios y el universo que los rodea. Esto las convierte en personas muy confundidas. Pero nos recuerda el valor de conocer y enseñar en el idioma de la gente ga’dang.
Pero después, para que estas personas profundicen en el conocimiento de Dios, es necesario que puedan leer la Palabra por sí mismas. Esto nos lleva a las preguntas: ¿saben ellos leer y escribir en su propia lengua? Y ¿qué significa eso realmente? ¿Leen y escriben en absoluto o sólo a nivel de primaria o de bachillerato? Y ¿en qué idioma están haciendo eso? Luego, ¿qué hacemos si no saben leer ni escribir bien?
Chuck ha estado fuera esta semana, aprendiendo acerca de la alfabetización. Con sólo dos días allí ya se sentía más abrumado que antes con la tarea que tiene por delante. Él todavía tiene que recorrer un largo camino en el estudio del idioma y la cultura. Pero ¿qué pasa si tenemos que enseñarles a leer y a escribir mejor de lo que lo pueden ahora? Eso lleva tiempo.
Al mirar hacia el futuro, no sabemos lo que Dios nos tiene reservado. Nuestro hijo mayor, Elijah, acaba de terminar el grado once. Hala tiene quince años de edad y en algún momento necesitará ayuda para adaptarse a la vida en Canadá debido a sus necesidades especiales. Kyle va a comenzar la secundaria en el otoño. Y luego están los otros cuatro hijos, creciendo muy rápido.
Entonces, ¿qué vamos a hacer para encajar todas las cosas relacionadas con el ministerio y la familia en los próximos años? Con seguridad no lo sabemos, pero sabemos que ÉL lo sabe. Hay muchos días en que esa respuesta sólo es un conocimiento intelectual para mí. Luego mi cabeza procede a planificar los próximos cuatro años para nuestra familia y el ministerio. Pero Dios está obrando en mi corazón. Él quiere que yo confíe ÉL y Sus planes para el futuro. No sabemos si vamos a estar aquí sólo un día más o muchos años. No sabemos si realmente llegaremos a compartir el Evangelio con la gente ga’dang, o si simplemente estamos preparando el camino para que otros lo hagan. Por lo tanto, confiamos en ÉL.
Por favor, ora por nosotros a medida que damos cada paso que tenemos por adelante. Ora para que tengamos paz en cuanto a donde Él nos tiene cada día y lo que nos tiene haciendo cada día. Ora por paz y contentamiento de saber que estamos haciendo la tarea que Él ha puesto delante de nosotros.
Estos son algunos versículos que el Señor ha usado para hablarme en esta semana:
Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza. Salmo 62:5
Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario. Hebreos 6:19
Respondió Jehová a Job desde el torbellino… Job 40:6
Y una cita de Beth Moore: “Él nunca te llevará a ninguna parte que no haya preparado ya para tu llegada. Sigue confiando en Él”.
Muchas gracias por orar por nosotros y apoyar la obra en que Dios nos ha involucrado con la gente ga’dang.