La vida del ministerio con frecuencia llega cargada con un horario pesado de demandas.
Sarah Deal y su esposo, junto con sus dos hijos, son misioneros en la región del Pacífico Asiático. Sarah confiesa que como misionera, ama de casa y madre, ella permanece muy ocupada; a veces, en realidad, demasiado ocupada.
“Como misioneros transculturales, y también como seres humanos que naturalmente se alimentan de los resultados externos del bien, de trabajar duro, tendemos a pasar por alto el increíble valor de descansar”, informa Sarah. “En medio de las demandas diarias, somos tentados a olvidar la importancia de simplemente detenernos y descansar en la presencia de Dios”.
Recientemente Sarah se vio a sí misma en esta condición. Es un estado de desánimo, apatía y la posibilidad de uno quemarse en el ministerio, lo cual resulta de no apartar tiempo para pasar un momento de calidad con Cristo.
“Me avergüenza decir que los meses habían pasado sin que yo tomara un verdadero descanso de la vida para simplemente sentarme a los pies de mi Salvador. Mi tiempo de meditación con Él era breve y superficial. Mi corazón estaba temeroso de cesar de trabajar y estar quieta”, comparte Sarah.
Sarah está agradecida por la persistente búsqueda divina de su corazón y su atención. En Su gracia, Dios le proveyó unos pocos días lejos del ministerio, en un retiro para damas, para descansar y concentrarse en Él.
“Fue una oportunidad única para pasar tiempo absorbiendo la Palabra de Dios con damas de una fe y una visión semejantes, incluyendo el descanso que mi cuerpo, mi mente y mi alma estaban anhelando”, explica Sarah.
Sarah regresó a casa renovada, descansada, animada y lista para reasumir el ministerio y el horario ocupado que Dios tiene para ella.
Pero ahora hay un enfoque diferente.
“Estoy disfrutando del amor y el descanso de mi Salvador —el descanso que siempre había estado esperándome”, comparte ella.