Steffan Pyle dice que la partida de su familia hacia la región del Pacífico Asiático fue como “un remolino intenso, pero las evidentes misericordias de Dios nos animaron siempre”.
Dios proveyó para ellos en maneras asombrosas. Ellos sólo recibieron sus visas unos pocos días antes de su partida, y vendieron su auto dos días antes de volar de regreso a su país de ministerio con 20 piezas de equipaje.
“A pesar de que nosotros ya habíamos vivido durante cinco años aquí, regresar después de un año sabático ha sido un desafío”, comenta Steffan. “Es como volver a experimentar un choque cultural”.
Tuvieron que enfrentar los problemas del idioma y volver a establecerse en su casa. Tuvieron que limpiar y preparar la casa para vivir en ella —lo cual incluyó cosas como exterminar ratas, limpiar el moho y reparar escapes de la tubería.
“Después, por supuesto”, explica Steffan, “tuve que retomar mi ministerio de la aviación. Esto incluyó esperar durante dos meses mi permiso de trabajo, antes que me permitieran validar mi licencia de piloto”.
En algún momento, el departamento de aviación gubernamental le dijo a Steffan que tenía que volar a una ciudad distante para hacer una prueba. Por lo cual Steffan voló allí, sólo para que le dijeran que él no tenía que hacer la prueba y que sólo necesitaba mostrar su cuaderno de bitácora como prueba de su experiencia de piloto.
“Para abreviar la historia”, dice Steffan, “recibí mi licencia; alabado sea el Señor”.
Actualmente Steffan está terminando su examen con el avión Kodiak. Esto incluye pasar por una serie de procedimientos de emergencia y hacer algunos vuelos operativos en varias pistas aéreas.
“Mi ministerio consiste en pilotar helicópteros y aviones”, explica Steffan. “Pero ¿es ésa la razón por la que estamos sirviendo aquí? La aviación es un medio, no un fin en sí mismo. Estamos aquí para ayudar en la plantación de iglesias y la traducción de la Biblia; estamos apoyando tres proyectos de traducción aquí”.
El avión Kodiak, informa Steffan, es una herramienta muy útil para acelerar el proceso de plantar iglesias, impartir el discipulado y traducir la Biblia. La traducción de la Biblia es un ministerio muy preciado para Steffan.
“Los traductores bíblicos pasan muchos años trabajando incontables horas para llevar la Palabra de Dios a un grupo étnico particular en su lengua nativa”, comparte él. “Esto demanda un nivel de compromiso que hace a un lado el interés personal y se priva de la gratificación y los resultados instantáneos. …Es una tarea abrumadora que requiere de muchas disciplina”.
Este gozo de ayudar a llevar la Palabra de Dios a gente que está esperándola, motiva el corazón de Steffan en la aviación misionera.
“Julie y yo estamos emocionados de ser parte de esto”, comparte él.