Los misioneros no son inmunes a los infortunios y el desánimo.
Ginny Bryant comparte honestamente y de corazón. Hace aproximadamente un mes que su familia ha regresado a Guinea. Y ha sido una mezcla de experiencias.
Ellos han recibido “montones de personas”, a las cuales les encanta venir a visitar y dar la bienvenida al “hogar” de la familia Bryant.
Ginny comparte: “Ha sido fabuloso relacionarnos con amigos y reunirnos otra vez con el pequeño grupo de creyentes de aquí”.
Pero su regreso a la aldea que ellos llaman hogar no ha estado libre de desafíos y frustraciones; por cierto han sido bastantes.
Primero, hemos tenido “días y días de limpieza, organización y más limpieza”, explica Ginny. “Tuvimos problemas tales como falta de agua potable, las baterías que trabajan con los paneles solares estaban goteando y un refrigerador que no estaba enfriando”.
Justo en ese tiempo la batería del auto dejó de funcionar y poco después de eso su casa fue impactada por un rayo. Como resultado hubo bombillas hechas pedazos, enchufes arrancados de la pared y la mitad de sus paneles solares dejaron de funcionar. Oh, y añadan a eso una bomba del pozo que fue impactada y se estropeó, y el router para su correo electrónico también se echó a perder.
Debido a que actualmente no hay coobreros en la aldea, Ginny admite que la soledad puede aumentar los efectos de estas pruebas.
“Es muy desalentador”, admite abiertamente Ginny.
¿Qué debe hacer un misionero? Le pedí a Ginny que compartiera cómo se las arreglan los Bryant.
“Estamos tratando de enfrentar un día a la vez, orando que no seamos vencidos sino que simplemente seamos fieles, por la gracia de Dios, un día a la vez”, informa Ginny.
Los Bryant recuerdan también que hay ojos atentos en la aldea donde ellos viven y sirven. “Oramos para ser un testimonio por la forma en que respondemos a nuestras circunstancias, sin importar cuáles sean éstas”, comparte Ginny.
“Estamos convencidos que Dios será nuestra fortaleza y nuestro ánimo en todo tiempo”, añade ella.
Ora por la familia Bryant mientras ministran en Guinea, y por otras familias misioneras que luchan con los desafíos de vivir en sitios distantes. Ora para que la gracia de Dios los fortalezca y estimule su gozo por la inversión que están haciendo para la eternidad.