Aproximadamente 200 voces hermosas resonaban en adoración, una hermandad unida de mujeres creyentes de la etnia lorón. Estaban cantando alegremente alabanzas a Dios en una conferencia reciente de tres días.
“No pienses que es por nuestra propia bondad que podemos ser salvos”, cantaban ellas en el idioma lorón. “Es por causa de la gracia y la bondad de Jesús que iremos al cielo”.
Fue un tiempo de dulzura sin precedentes, comparten Paul y Marina Briggs. Muchas de las damas, cuyas edades oscilaban entre los últimos años de la adolescencia y los comienzos de los 60’s, caminaron 16 km para participar en la comunión y la adoración.
Vinieron damas de ocho aldeas diferentes. Las mujeres locales proveyeron toda la comida para las visitantes y cocinaron casi todas las comidas: comidas de arroz, ñame, salsa y sopa de maíz/mijo. Las visitantes durmieron en las casas de sus anfitrionas o en el sitio de reuniones de la iglesia local.
Desde el viernes en la noche hasta el domingo en la tarde, este grupo alegre oyó fervientemente la enseñanza de la Palabra de Dios. Como la conferencia no tenía un tema particular, cada conferenciante (muchos de ellos ancianos lorones y sus esposas) compartía algo personal del corazón. Entre los que enseñaron estuvo Hovare, el primer creyente de la etnia lorón.
“Eri, la esposa de un anciano, habló acerca de Abraham y su relación con su esposa y su familia”, informa Paul.
El fin de semana terminó en una marcha de testimonio para Cristo, la cual empezó en la edificación de la iglesia y avanzó hasta el mercado de la aldea, culminando con un evento al aire libre al lado del mercado. Las mujeres caminaron en fila, cantando mientras caminaban y daban la vuelta a toda la aldea antes de abrirse camino hasta donde había centenares de personas reunidas que habían venido de las aldeas vecinas para estar en el mercado semanal.
“Esto produjo un gran alboroto”, informa Paul. “Todo mundo se acercó para ver qué estaba pasando y para oír la enseñanza bíblica”.
Las mujeres loronas estaban profundamente animadas por su tiempo juntas.
Una de ella comentó: “Fue muy bueno estar juntas con mujeres cristianas de otras aldeas… para darnos cuenta que tenemos unidad unas con otras por causa de Cristo”.
Otra observó: “Los días alegres que pasamos juntas fueron un testimonio para la aldea del cambio que Dios ha hecho en nosotras”.
Las palabras de una canción favorita de adoración en idioma lorón lo dicen todo: Filiwa, la boo lo. Estas palabras resonaban una y otra vez en las gargantas de las damas; significando: “Gracias, Señor”.