Mientras Libanya yacía en su lecho de muerte, les dijo a los misioneros Gene y Carol Trudeau que él estaba anhelando irse a las mansiones eternas.
Libanya, un hombre de la etnia manobo, fue un creyente firme durante muchos años. Incluso enseñó lecciones bíblicas de Fundamentos Firmes de memoria porque no sabía leer.
“Él tenía una memoria fantástica y probablemente nunca olvidó nada de lo que le fue enseñado de la Palabra de Dios”, comentó Gene Trudeau; “fue un hombre muy amado”.
Deja atrás una esposa, un hijo adolescente, dos hijas ciegas y dos hijos pequeños, quienes sinceramente extrañarán a este bondadoso padre, maestro y guardián.
Libanya señaló con su mano al cielo y dijo: “Me voy –allí”, de esa manera abandonó su cuerpo terrenal y se unió al Señor que amó por tanto tiempo.
Oren por la familia de Libanya, y por los misioneros, quienes echarán de menos a este hábil coobrero.